Vivimos un momento único por toda esa conjunción de factores de transformación tecnológica y cultural que provocó Internet, las redes sociales y la tecnología móvil en las últimas décadas. A ello se une, el impulso de todas las competencias digitales de un consumidor confinado y abocado a resolver sus expectativas de consumo de la mejor forma posible.
El efecto de estos cambios son de tal entidad que ha situado al concepto de transformación en la cúspide de los debates empresariales en pocos meses.
Responder a la pregunta de si seguimos siendo relevantes en nuestros mercados de actuación es el principio de un proceso que por encima de lo tecnológico tiene un alcance que abarca e involucra a las personas de toda la organización.
¿Cuáles deberían ser los pasos para una transformación exitosa?
- Crear un comité para la transformación ordenada del negocio: tiene que haber un comité que regule y centralice la transformación digital. Debe haber un proceso de concepción centralizado y posteriormente, la delegación para la puesta en marcha.
- Definir nuevas metas de referencia: todo ha cambiado a nuestro alrededor, ¿cómo no vamos a modificar las referencias estratégicas que deben guiar el rumbo de la compañía? Nuestras metas estratégicas deben cambiar. Tenemos que redefinir los hitos de corto, medio y largo plazo, que marquen el ritmo de los ajustes que serán imperativos para adaptar e impulsar nuestro modelo de negocio.
- Asumir la perspectiva de la reinvención y estar dispuestos a moldear la organización. Hemos estado centrados en explotar lo que ya conocíamos en lugar de explorar nuevas vías de negocio. Se debe dedicar tiempo a crear propuestas, servicios, productos e iniciativas que lleven a una nueva etapa acorde con todos los cambios que se están produciendo. Sin innovación, sin replanteamiento y sin romper aquello que ya ha funcionado, las organizaciones estarán cada vez más perdidas en su propuesta de valor del pasado.
- Revisar los puntos de diferencia de nuestra oferta y los componentes de la nueva experiencia de compra: si algo hay que revisar es en qué medida siguen siendo válidas nuestras estrategias de diferenciación. ¿Son consideradas y valoradas por los clientes? Estas ventajas competitivas deben apuntar hacia la reinvención de la experiencia de compra. Debemos actualizar lo que proponemos, y esa actualización tiene que ver con alinear la forma en la que desea comprar el usuario y cómo lo propone nuestra marca.
- Definir una nueva estrategia relacional orientada a potenciar la lealtad omnicanal que se traduzca en un plan de impacto a 18 meses. Diseñar una estrategia relacional significa definir las razones por las que un usuario nos va a prestar atención y va a decidir tener un contacto continuo y frecuente con nuestra marca. Pensar en la fidelidad desde un punto de vista omnicanal, supone elimina las fronteras entre lo físico y lo digital para ser capaces de trazar y recompensar a aquellos que apuestan por nosotros y se implican con nuestro negocio. Todo ello debe concretarse en lo operativo con un plan de impacto a 18 meses que catalice las primeras y prioritarias decisiones dirigidas a crear las bases los nuevos enfoques relacionales.
- Activar un plan de venta interna de una nueva era: el plan de transformación no funcionará si no le damos la forma que necesita, y los stakeholders conocen en profundidad por qué vamos a emprender un nuevo camino, dónde queremos llegar y cómo les afecta a ellos. Toda la organización debe tener la perspectiva a medio y largo plazo para evitar problemas de desmotivación y/u organización.
Por último, para completar estas 10 recomendaciones sobre cómo abordar la transformación digital y de negocio, en Rethink te ofrecemos algunas directrices estratégicas que no debes perder de referencia:
- Sólo sobreviviremos con clientes comprometidos: el reto pasa por tener en nuestras áreas de actuación la mayor y más estrecha vinculación con las comunidades locales. Debemos ser su opción preferente de compra en las categorías donde competimos. Tener clientes comprometidos tiene que ver con lo que somos, lo que ofrecemos y nuestra capacidad para personalizar la experiencia de contacto y consumo.
- La omnicanalidad es mucho más que tecnología: es un proceso cultural que debe sobrevolar e impregnar todas las decisiones tácticas y operativas. Una estrategia de cambio que determine ajustes organizativos, incorporación de talento, definición de nuevos procesos, competencias y perfiles humanos., Un replanteamiento general que necesariamente implicará la activación de inversiones específicas que la posibiliten.
- No dominaremos el territorio si no dominamos el dato: la clave de la fidelización tiene que ver con personalizar la relación con el usuario. El mayor activo para el desarrollo de las nuevas estrategias de posicionamiento son los datos y la capacidad de usarlos para generar experiencias afines al consumidor. Todo negocio físico compite con algoritmos preparados para captar la atención de los usuarios e incentivar comportamientos. Disponer de un modelo híbrido de negocio supone asimilar las reglas de lo digital para impulsar lo físico.
- En la transformación digital importa el orden de los factores: es importante que haya un proceso ordenado donde cada pieza intervenga en el momento cuya aplicación práctica es factible. Debemos hacer que las iniciativas se lleven mediante la generación de estrategias que ordenen la puesta en marcha de los planes de acción. Si nos equivocamos en el orden perderemos tiempo y dinero, y al mismo tiempo crearemos conflictos y confusión. El orden es una de las condiciones necesarias para alcanzar el éxito perseguido.
En definitiva, todo el mundo dice que transformarse cuesta mucho dinero, pero… ¿qué coste tendría no transformarse? En Rethink tenemos la respuesta. Te ayudamos a definir y poner en marcha TU PROPIA TRANSFORMACIÓN. ¡Ponte en contacto con nosotros!